martes, 14 de abril de 2015

El mito de la tolerancia musulmana en Al-Ándalus

La trata de esclavas es consubstancial a la historia del Islam

Paradigma obligado en estos tiempos de crisis identitaria en que el modelo multicultural es cada vez más contestado por la simple realidad de las cosas, la representación de un Al-Ándalus soñado en el cual habrían convivido armoniosamente musulmanes, judíos y cristianos es una pura invención que sirve para justificar la islamización actual de España.

Está el mito y están los hechos históricos. La ocupación musulmana de España fue jalonada en toda su extensión de cargas y discriminaciones contra los no musulmanes debido al estatus de dhimmis de los conquistados, de saqueos y persecusiones, de violencias sin número, de opresión continua contra los autóctonos cristianos.

La represión y las brutalidades cometidas contra los cristianos fueron constantes durante los casi 8 siglos de dominio islámico de la península. Un botón de muestra: en el año 796 tiene lugar una terrible represión contra la revuelta de los cristianos en Córdoba. 20 000 familias toman el camino del exilio. En el año 815 Abdel Rahman II promulga en Córdoba un edicto que castiga con la muerte a los blasfemadores contra el islam y mete en prisión a todos los jefes de la comunidad cristiana de la ciudad. El año siguiente tiene lugar la depuración de la administración de sus elementos cristianos, así como la destrucción de todas las iglesias construídas después de la conquista árabe.

En el año 817 un levantamiento de conversos forzados en la misma ciudad provoca la expulsión de sus habitantes. En el año 900 se toma una medida radical: la prohibición definitiva para los cristianos de Córdoba de construir nuevas iglesias.

En el año 976, después de la invasión almorávide, el califa Almanzor organiza en Granada y Sierra Nevada una verdadera inquisición y expurga la biblioteca real de Al-Hakam II, esencialmente compuesta por obras acumuladas por los visigodos, que son quemadas en un gigantesco auto de fe. La historia destruye aquí el prejuicio infundado de la tolerancia del califato cordobés y de la riqueza de su “increíble biblioteca de 600 000 volúmenes”, herencia en realidad de la catolicidad visigoda.
Almanzor sigue con su cruzada obscurantista y en el año 981 Zamora es saqueada, Barcelona lo es en 985, y en 997 el califa destruye la ciudad de Santiago de Compostela.

En 1010 empiezan las masacres de cientos de judíos en los alrededores de Córdoba, que se prolongarán durante tres años. El año 1066 está marcado por el asesinato de miles de judíos en Granada. En 1102 la población cristiana de Valencia debe huir hacia las regiones del Norte recientemente reconquistadas paras escapar de las persecusiones. En 1125 los cristianos de Granada aprovechan la retirada de las tropas de Alfonso de Aragón, de vuelta a sus cuarteles después de una campaña en Andalucía, para buscar refugio en el norte cristiano.

En 1146 se produce otro éxodo masivo, el de los cristianos de Sevilla, que huyen de la invasión de los almohades, beréberes islamizados fanáticos, que fuerzan la expulsión o la conversión de los no musulmanes. Los almohades imponen en 1184 señales distintivas a los cristianos y a los judíos en sus dominios, y en 1270 tiene lugar la segregación generalizada de los judíos en Andalucia… Podríamos seguir.

Aparte de esto, se dieron en efecto períodos de calma relativa que permitieron una “convivencia” más tranquila… a condición de someterse a la pax islamica. Los mitos y las sandeces de los ignorantes y los papanatas multiculturales no congenian con los hechos históricos. La dominación musulmana de España, embellecida artificialmente por los que pretenden una reedición de Al-Ándalus, fue en realidad una sucesión de crímenes y brutalidades, una época oscura donde lo único que brilló realmente fue el genio de una estirpe inasequible al desaliento y dispuesta a todos los esfuerzos y fatigas para sacudirse el yugo musulmán y liberar a España de sus usurpadores. Quienes aún dudan de esto, que esperen unos años más y podrán, al paso que vamos, comprobar en carne propia las “bondades”, “bendiciones” y otras “excelencias” de un nuevo califato en España. Si esta sombría posibilidad se llegara a materializar, entonces les aconsejo que se relajen y disfruten.

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viernes, 10 de abril de 2015

Árabes y bereberes, acérrimos enemigos, encontraron en el levantamiento de los españoles el motivo de su unión. Juntos volvieron a ejercer de matarifes,

Árabes y bereberes, acérrimos enemigos, encontraron en el levantamiento de los españoles el motivo de su unión. Juntos volvieron a ejercer de matarifes, no ya con los soldados españoles en armas, sino con la población pacífica, en concreto en los centros cristianos más importantes… y acomodaticios: Elvira y Sevilla, que previendo la persecución, se habían manifestado sumisos al emir y habían pactado con los árabes maaditas y con los bereberes, acérrimos enemigos de los yemenitas.

Comenzó la guerra civil entre los invasores, y naturalmente las consecuencias recayeron sobre los españoles; ben Gálib, que había ofrecido sus servicios al emir con el objetivo de defender a los españoles, fue traicionado y asesinado para satisfacer a sus opositores yemeníes, lo que ocasionó un levantamiento en Sevilla, donde los sublevados, el 9 de Septiembre de 889, asaltaron el alcázar del gobernador de Sevilla y acometieron el palacio del príncipe Mohamed, donde fueron masacrados. Durante el año 881, la situación en Elvira se hizo de todo punto insostenible, pues los cristianos y los muladíes, exhaustos por los abusos cometidos sobre ellos, imposibilitados ya para aguantar los desplantes y la prepotencia de las tribus beréberes, se habían sublevado contra el gobernador, que efectuaba una feroz represión sobre la población española, martirizando a cristianos y muladíes bajo la acusación de traición y rebelión, y se estaba produciendo una persecución como la que anteriormente se había producido en Córdoba. Los españoles tomaron el Albaicín, pero finalmente fueron puestos en fuga. La masacre no se llevó a efecto porque en esos momentos llegaba Omar, que frenó de manera violenta a los árabes, y dejó pacificada la ciudad bajo el mando de un subordinado de Mohamed I, Said ben Chudi , que si por una parte era amigo de Sauar, por otra era comedido en sus actuaciones. Finalmente, los iliberritanos darían muerte a su carnicero Sauar en una emboscada.


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domingo, 29 de marzo de 2015

El alzamiento patriótico de Omar Ben Hafsún es la prueba de que la convivencia pacífica de las tres culturas en Al-Andalus es un mito


Jamás existió "la feliz convivencia de las tres culturas", tal como repite el discurso políticamente correcto. El Islam se comportó con las otras dos culturas, la judía y la cristiana, con dos conductas que iba alternando: la presión y la represión.

Cuando Omar Ben Hafsún se alzó, el hartazgo entre la población hispana y berberisca hacía tiempo que estaba colmado. Sólo hacía falta el héroe, porque mártires ya los había habido por millares.
El mito de las tres culturas sólo es un recurso de políticos actuales anclados en el pensamiento Alicia, según feliz expresión del catedrático Gustavo Bueno. El mito de las tres culturas únicamente sirve para el desarme y la entrega de Occidente en manos de unos fanáticos teócratas. La historia lo niega, pero pese a ello ese sentido frívolo de la existencia que caracteriza a todos los tiempos de decadencia hace que se repita como un tópico sin saber qué se está diciendo, sin base documental alguna.

En "El primero de los insurgentes", Cesáreo Jarabo Jordán recoge lo que las mismas crónicas árabes decían del caudillo hispano, pues son los árabes quienes han dejado los principales testimonios de este héroe hispano cuya mayor prueba de su delito descubrieron al desenterrar su cadáver y comprobar que había sido inhumado conforme al rito cristiano. Su cadáver fue crucificado entre un perro y un cerdo en Córdoba y su hija sería mártir años después a manos del "culto" Abderramán.

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jueves, 26 de marzo de 2015

Prólogo de la novela histórica El primero de los insurgentes